Cuando se piensa en la marca de un país, ¿de qué estamos hablando? ¿Se trata de una cuestión de imagen o de una identidad que se puede plasmar gráficamente? Desde hace unos cuantos meses, se oye en diferentes medios de comunicación el término «marca España». La situación no deja de ser paradójica, ya que nos da la impresión de que nadie sabe exactamente de lo que se está hablando. Todo el mundo confunde términos y definiciones.
Y por lo que observamos, son los políticos quienes han encontrado en el término «marca España» un buen arma arrojadiza a la hora de hacer declaraciones. Desde Mariano Rajoy, pasando por Mª Dolores de Cospedal y Cayo Lara, sin olvidar al ministro José Ignacio Wert y al mismo Rey Don Juan Carlos, todos acaparan titulares en las portadas de la prensa española y extranjera, lanzándose a decir todo tipo de lindezas sobre la «marca España» y el ‘supuesto’ desprestigio que se está provocando en ella, en especial, cada vez que los ciudadanos salen a la calle a reivindicar sus derechos. Por este motivo, nos hemos puesto en contacto con diferentes profesionales del diseño gráfico con amplia experiencia en identidad visual con el fin de intentar aclarar el trasfondo que hay detrás de este concepto.
«La marca España está formada por un cúmulo de percepciones que tienen nuestras audiencias nacionales e internacionales. Nuestra historia, nuestra cultura, nuestros éxitos y nuestros fracasos, nuestros representantes en todas las áreas, disciplinas y niveles… todo junto conforma la identidad de nuestra marca y nos representa», comenta Luz Erhardt directora de servicio al cliente de Saffron Brand Consultants. Se nos antoja que esta es la mejor definición de lo que debe ser la «marca España». Algo que es muy sencillo de explicar si hacemos el mismo ejercicio con otros países. «Todos tenemos una idea sobre lo que representa Alemania, Francia o Italia. Alemania es seria, sólida, constante, fría. Francia tiene clase, cultura, es refinada y a la vez social hasta la médula. Italia es alegre, ingeniosa, hábil y con buen gusto», prosigue Luz.
En España se han creado marcas o identidades asociadas a ciudades como es el caso de Barcelona que ha cimentado su imagen internacional pegada al diseño.
Desde nuestra posición como profesionales de la imagen y la comunicación de marca nos inquieta y nos preocupa que en el ámbito político se esté haciendo uso de este concepto de «marca». Incluso nos llama la atención leer que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy ha nombrado un alto comisionado para la «marca España»; su nombre es Carlos Espinosa de los Monteros y no, no es un experto en comunicación, sino que ostenta el cargo de vicepresidente de Inditex y su cometido es mejorar la imagen y reputación de España en el exterior. Para completar esta tarea se ha designado igualmente al empresario Isak Andic como embajador de la «marca España» junto a otros personajes como el piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso, el economista Pedro Nueno, el cocinero José Andrés, la científica de la Organización Nacional de Trasplantes María Blasco y la Alta Velocidad. ¿Expertos en branding, diseño de imagen de marca, estrategas de marketing, comunicadores…? Cero.
Más allá de tener una imagen gráfica, lo que está claro es que para comunicar los valores de España como marca hace falta un plan estratégico y alguien que defina la personalidad del país, tal y como sucede con cualquier otro producto que día a día tiene que pelear en un mercado cada vez más competitivo. El problema de fondo es que en nuestro país no hay consenso por parte del Gobierno, ni tan siquiera internamente dentro de un mismo partido político, de los valores que España debe transmitir. Ojo, ello no evita que en una situación como la actual en la que no hay un plan, desde los órganos de gobierno no haya que ofrecer una imagen profesional en cada uno de los ámbitos institucionales y administrativos. Desde un cartel para la sala de espera de la Seguridad Social hasta el chándal de la selección española, toda imagen trasciende. De la misma forma, si apostamos por el valor de la comunicación y alimentamos el diseño y la imagen que transmitimos, empezaremos a creer y confiar nosotros mismos, sino ¿quién va a confiar?
Fuente: gráfica.info
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